Las Enfermedades de Transmisión Sexual, conocidas como ETS, engloban múltiples enfermedades que se transmiten a través del contacto sexual, incluyendo el contacto oral, anal y vaginal (en algunos casos es suficiente el contacto piel-piel entre genitales para su transmisión). Están producidas por diversos agentes infecciosos, como bacterias o virus. Se incluye en este grupo de enfermedades el SIDA.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que anualmente en el mundo ocurren 250 millones de casos nuevos de ETS. En el caso concreto de la infección por VIH/SIDA, el número de personas infectadas en el año 2004 ha alcanzado su nivel más alto: se estima que durante 2004 se han infectado 4,9 millones de personas nuevas (10 cada minuto) y de éstas, cerca de la mitad son jóvenes entre 15 y 24 años. Existen actualmente en el mundo 39,4 millones de personas infectadas, siendo casi la mitad mujeres (informe ONUSIDA, 2004). En Europa, en los últimos 5 años ha aumentado un 112% el número de infectados por contacto heterosexual, lo que explica que las ETS estén también en aumento.
En España, la verdadera incidencia (casos nuevos) de estas enfermedades no se conoce con exactitud puesto que únicamente se declaran obligatoriamente al sistema sanitario la sífilis, la gonococia, el SIDA y la hepatitis (estas dos últimas pueden transmitirse por otras vías diferentes a la sexual). Según datos del Instituto Nacional de Estadística publicados en 2004, el 5,4% de la población que ha mantenido relaciones sexuales refiere que ha sido diagnosticado de alguna ETS a lo largo de su vida.
¿Se pueden prevenir estas enfermedades?
En Medicina, la prevención primaria comprende las medidas encaminadas a disminuir el número de casos nuevos de una determinada enfermedad, es decir, a disminuir la aparición de la enfermedad. La prevención secundaria se ocupa del diagnóstico y tratamiento precoces de una determinada enfermedad en la fase de latencia, es decir cuando todavía no hay síntomas.
En el caso de las ETS, la detección y tratamiento precoces pueden controlar la extensión de las ETS producidas por bacterias. Sin embargo, la mayoría de las ETS virales (herpes, papiloma humano, SIDA) son incurables y algunas de ellas tienen consecuencias graves para la salud, llegando incluso a producir la muerte (por ejemplo, el Virus del Papiloma Humano se asocia al cáncer de cuello del útero). Todo esto subraya el papel central de la prevención primaria de las ETS. En el caso de la infección por el virus del papiloma humano es también primordial la prevención secundaria, con medidas encaminadas al diagnóstico y tratamiento precoz del cáncer de cuello de útero.
No hay que olvidar tampoco la investigación y control de los contactos de las personas infectadas.
¿Cuáles son estas medidas de prevención?
En 1996, se propuso por primera vez de una manera oficial la relevancia de las Recomendaciones "ABC" para prevenir las infecciones por el virus del sida (VIH) y otras enfermedades de transmisión sexual.
La letra "A" de "abstinence" (en inglés, abstinencia) , significa que lo prioritario y 100% eficaz para prevenir la infección es abstenerse de relaciones sexuales, y esto es realista en la práctica recomendando a los jóvenes que retrasen al máximo el inicio de relaciones sexuales. Lo mismo se puede decir de la monogamia mutuamente fiel, representada por la "B" de "be faithful" (en inglés, sé fiel). Finalmente, y en el caso de que fueran rechazadas las recomendaciones anteriores, se habla de la "C" de "condom", recomendando el uso de condones pero advirtiendo que reducen, pero no eliminan totalmente, el riesgo de contagio.
Estas recomendaciones ABC han sido de nuevo ratificadas en un Consenso Internacional, firmado por 140 expertos científicos de 36 países de todos los continentes (publicado en la revista Lancet, 2004). En este informe, se menciona específicamente a los jóvenes, siendo prioritaria la recomendación de que se abstengan de tener relaciones sexuales. A los jóvenes que ya las hubieran iniciado se les recomienda que dejen de tenerlas y cuando deciden seguir, se advierte que el uso de preservativos puede disminuir pero nunca eliminar el riesgo de contagio. Así mismo, se reconoce el papel que desempeñan muchas organizaciones religiosas de diferentes denominaciones y expertas en los mensajes "A" y "B".
Es cierto que el porcentaje de adolescentes que tienen relaciones sexuales aumenta y cada vez las inician antes. Por eso, algunas autoridades consideran que no es realista plantear a los jóvenes la abstinencia, como si la sexualidad y la promiscuidad fueran "inevitables" en sus vidas, y se limitan únicamente a recomendar el preservativo. Ante las graves epidemias del SIDA y de las ETS se debe dar toda la información posible a los jóvenes para que sus decisiones sean más informadas, es decir más libres.
Se debería exigir la misma contundencia que para otros problemas graves como el tabaco. Desde los organismos que velan por la Salud Pública no se recomienda a los fumadores que sigan fumando pero con un filtro que reduzca el riesgo de morir de cáncer de pulmón. Se les da la mejor de las recomendaciones en base a lo que hoy en día se sabe científicamente. Así mismo, se debería ayudar a los jóvenes a poder decir que "no" a esa relación sexual precoz o a esa relación sexual esporádica o promiscua. En el caso de los adultos es primordial la fidelidad.