Muchas industrias dependen en parte o enteramente de la acción
bacteriana. Gran cantidad de sustancias químicas importantes como
alcohol etílico, ácido acético, alcohol butílico y acetona son
producidas por bacterias específicas. También se emplean bacterias para
el curado de tabaco, el curtido de cueros, caucho, algodón, etc. Las
bacterias (a menudo Lactobacillus) junto con levaduras y mohos, se han
utilizado durante miles de años para la preparación de alimentos
fermentados tales como queso, mantequilla, encurtidos, salsa de soja,
vinagre, vino y yogurt.
Las bacterias tienen una capacidad notable para degradar una gran
variedad de compuestos orgánicos, por lo que se utilizan en el reciclado
de basura y en biorremediación. Las bacterias capaces de degradar los
hidrocarburos son de uso frecuente en la limpieza de los vertidos de
petróleo. Así por ejemplo, después del vertido del petrolero Exxon
Valdez en 1989, en algunas playas de Alaska se usaron fertilizantes con
objeto de promover el crecimiento de estas bacterias naturales. Estos
esfuerzos fueron eficaces en las playas en las que la capa de petróleo
no era demasiado espesa. Las bacterias también se utilizan para la
biorremediación de basuras tóxicas industriales. En la industria
química, las bacterias son utilizadas en la síntesis de productos
químicos enantioméricamente puros para uso farmacéutico o agroquímico.
Las bacterias también pueden ser utilizadas para el control biológico de
parásitos en sustitución de los pesticidas. Esto implica comúnmente a
la especie Bacillus thuringiensis (también llamado BT), una bacteria de
suelo Gram-positiva. Las subespecies de esta bacteria se utilizan como insecticidas específicos para
lepidópteros. Debido a su especificidad, estos pesticidas se consideran
respetuosos con el medio ambiente, con poco o ningún efecto sobre los
seres humanos, la fauna y la mayoría de los insectos beneficiosos, como
por ejemplo, los polinizadores.
Las bacterias son herramientas básicas en los campos de la biología, la
genética y la bioquímica moleculares debido a su capacidad para crecer
rápidamente y a la facilidad relativa con la que pueden ser manipuladas.
Realizando modificaciones en el ADN bacteriano y examinando los
fenotipos que resultan, los científicos pueden determinar la función de
genes, enzimas y rutas metabólicas, pudiendo trasladar posteriormente
estos conocimientos a organismos más complejos. La comprensión de la
bioquímica celular, que requiere cantidades enormes de datos
relacionados con la cinética enzimática y la expresión de genes,
permitirá realizar modelos matemáticos de organismos enteros. Esto es
factible en algunas bacterias bien estudiadas. Por ejemplo, actualmente
está siendo desarrollado y probado el modelo del metabolismo de
Escherichia coli. Esta comprensión del metabolismo y la genética
bacteriana permite a la biotecnología la modificación de las bacterias
para que produzcan diversas proteínas terapéuticas, tales como insulina,
factores de crecimiento y anticuerpos.
Principalmente en la piel, en la cavidad oral, en el tracto intestinal y
en las mucosas genitales, se sitúan unas bacterias que no causan
efectos perjudiciales sino que viven en simbiosis con nosotros mismos y
evitando así, la proliferación de bacterias dañinas.