La filosofía política y la teoría del estado platónico no deben
quedarse sólo en un esquema, pueden aportar mucho más a la formación
filosófica y política de quienes la estudiamos.
Recientemente expliqué a mis alumnos de filosofía que la constitución
ideal -y también la corrupción de ésta- puede ser sólo tres
posibilidades: monarquía, aristocracia y democracia. Así como sus
contrarios o perversiones: tiranía, oligarquía y demagogia. Quedó
bastante claro la división de cada una de ellas porque ya lo habían
visto en “Estructura Socio-económica de México”. Lo cual a mí me hizo
reflexionar.
¿Si pudiéramos hacer calzar la realidad de México bajo este esquema,
qué tipo de gobierno tendríamos? No es mi afán meterme en temas
electorales. Sinceramente me parece que esas fibras son tan sensibles
que no merecen ser mencionadas aquí ya que ese cuero da para más mechas…
Sin embargo, aunque no haga alusión a los tiempos electorales sí puedo decir que, muy a pesar de lo que crea la gente, nunca hemos vivido en democracia. Simplemente el hecho de que el pueblo sea quien gobierna
es tan utópico como la teoría misma del Estado platónico. ¿Porqué? Por
que simplemente hay gente que sigue siendo muy zánganamente apolítica.
Es decir, no les interesa ni siquiera quién gobierna y mucho menos
querrían gobernar ni aunque tuvieran la obligación de ello. Si el pueblo
es el que gobierna, entonces ¿quiénes son los gobernados? Aquí radica
precisamente la imposibilidad práctica de llevar a cabo dicho sistema de
gobierno.
Hemos descartado, por tanto dos sistemas porque, si no hay democracia
tampoco puede haber perversión de ella, es decir, tampoco hay
oligarquía.
En México la aristocracia tampoco se mete en política. Los
aristócratas se cansaron de tratar directamente con el sector público de
una manera desestructurada, precisamente por eso comienza el altruismo,
las Instituciones para la Asistencia Privada, las famosas ONG’s y
varios modelos del estilo.
Si bien es cierto que en la política los intereses y vaivenes les
corresponde decidir sólo a una élite, también es cierto que éstos no son
en miras hacia el bien del pueblo, sino que aluden a intereses
privados. Es decir, mientras menos burros hay más olotes.
¿Hay una monarquía? Claramente no, tampoco una tiranía, pues el poder no recae sobre el dirigente, no tenemos un soberano. Pero tampoco, precisamente por la división de los poderes tripartita, no tenemos tampoco un tirano.